Yo

Yo
YO, tu hija no deseada sólo necesaria. "SALIRSE DEL CLOSET" es la frase que define a los homosexuales que al fin se atreven a alcanzar su libertad, declarándose ante el mundo en toda la dimensión de su orientación sexual. Durante años se consideraron una "minoría excluída" de la sociedad, por eso aceptaban matrimonios bizarros, como el que le ofreció mi padre a mi enamoradísima madre, quien en el tránsito de sus 11 meses de casada y 8 de mi embarazo, al saber la verdad, optó por morir en mi parto de forma "heróica", y quedé yo...a quien mi padre nunca quiso y a los 4 años abandonó sin volver nunca a saber de mi, pues no está en la esencia del gay tener un hijo de su simiente, si montar el show como el de Ricky Martin a través de vientres alquilados o adopciones entre cámaras y noticias de la "prensa rosa". Hablo en nombre de esos hijos, que sin pedir venir al mundo nos trajeron como objetos utilitarios hasta que nuestros padres decidieran sus vidas, y una vez hecho, nos quedamos abandonados a nuestra suerte, sin familia, calor de hogar ni nada a lo que tiene derecho un ser humano, más aún un niño. Fuimos "COSAS" de desecho. Por éso en este blog denuncio que la verdadera MINORIA EXCLUIDA Y CONDENADA A NO TENER NINGUN DERECHO AL CUIDADO Y ATENCIÓN, POR UNA SOCIEDAD HEDONISTA Y SIN AMOR, SOMOS NOSOTROS, no nuestros padres que ya están aceptados por la sociedad y formaron su propio movimiento social con todas sus garantías, deberes y derechos. Como adulta confieso ¿con qué derecho mi padre me condenó a llevar en mi corazón y alma heridas que nunca han sanado por completo? Reflexionen y piensen dónde está la verdad de toda esta farsa.

domingo, 29 de noviembre de 2015

En 2013, Uganda endureció las penas contra las personas gay, con cadena perpetua o pena de muerte para algunas conductas que involucren relaciones homosexuales. La legislación fue condenada ampliamente por líderes mundiales y revocada posteriormente por motivos de procedimiento. Antes de la visita del Papa, activistas en Uganda dijeron que esperaban que Francisco realizara algún gesto de tolerancia hacia los homosexuales.

Francisco visita Uganda en medio de debate por derechos homosexuales

En 2013, Uganda endureció las penas contra las personas gay, con cadena perpetua o pena de muerte para algunas conductas que involucren relaciones homosexuales. La legislación fue condenada ampliamente por líderes mundiales y revocada posteriormente por motivos de procedimiento.

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Francisco visita santuario de los mártires anglicanos de Namugongo, Kampala
EL UNIVERSAL
sábado 28 de noviembre de 2015  04:46 PM
Namugongo, Uganda. - El Papa Francisco viajó el sábado al santuario más sagrado de Uganda para rendir tributo a mártires cristianos del siglo XIX asesinados por su fe y por proteger a niños en la corte real de los abusos del rey.

En el segundo tramo de su primer viaje por África, Francisco realizó una misa para las decenas de miles de personas que acudieron a la Basílica de los Mártires de Uganda, en Namugongo, en las afueras de Kampala, informó Reuters

En el lugar, 25 anglicanos y 22 católicos fueron asesinados durante las persecuciones -mayormente quemados vivos- entre los años 1884 y 1887 por las órdenes del rey Buganda Mwanga II. El más reconocido entre los mártires fue San Carlos Lwanga, prefecto en la corte real que estaba a cargo de los pajes y que murió por tratar de los proteger a los niños de los abusos sexuales del rey.

"Lo hicieron (proteger a los niños) en tiempos peligrosos", dijo el Papa durante la misa. "No sólo sus vidas fueron amenazadas sino también las de los niños bajo su cuidado".

En 2013, Uganda endureció las penas contra las personas gay, con cadena perpetua o pena de muerte para algunas conductas que involucren relaciones homosexuales. La legislación fue condenada ampliamente por líderes mundiales y revocada posteriormente por motivos de procedimiento.

Antes de la visita del Papa, activistas en Uganda dijeron que esperaban que Francisco realizara algún gesto de tolerancia hacia los homosexuales.

En el texto preparado de la homilía para la misa, había un reconocimiento para los mártires por decirle al rey "lo que el Evangelio no permite" -una presunta referencia a los actos homosexuales. Sin embargo, el Papa no leyó esa parte.

El domingo, Francisco partirá a la República Centroafricana, que por casi tres años ha estado dividida en un conflicto interreligioso en el que han muerto miles de personas y una de cada cinco ha huido del país.    

sábado, 28 de noviembre de 2015

¿Y SI EL HIJ@ se queda y crece sin familia?

Icone of Holy Family during the vigilia of pray before the Synod of family

Carta pastoral del arzobispo de Madrid, Mons. Carlos Osoro Sierra. 'En estos días del Sínodo, os invito a que contempléis el icono de Nazaret –Jesús, María y José– para aprender lo que este nos enseña'

"Vocación y misión de la familia en la Iglesia y en el mundo" es el título de la carta semanal del arzobispo de Madrid, monseñor Carlos Osoro Sierra, que se encuentra en Roma participando en el Sínodo de los Obispos sobre la familia. A continuación publicamos el texto íntegro de la misma:
Las palabras que el Papa Francisco ha pronunciado en la Misa de la apertura del Sínodo nos han puesto en marcha para buscar la verdad de la vocación y misión de la familia. En su homilía, el Santo Padre destacó la gracia que supone escuchar esa Palabra de Dios en estos momentos y señaló tres perspectivas que nos ayudan en esta tarea. El objetivo de la vida no es solamente vivir juntos para siempre, sino amarse para siempre. Aquí está la profundidad, el núcleo de la familia cristiana, de su vocación y misión. Nos habló del «drama de la soledad», del «amor del hombre y de la mujer» y de la «familia».
Hay una soledad que aflige profundamente al ser humano. El Papa Francisco hizo referencia a  esa soledad que aflige a tantos hombres y mujeres en nuestro mundo (ancianos y ancianas, viudos y viudas, hombres y mujeres abandonados por su mujer o marido, migrantes, prófugos, jóvenes víctimas de nuestra cultura del usar y tener y del descarte, etc.). Aumenta el vacío profundo que produce en tantas y tantas personas. Y la respuesta a estas situaciones es la «familia»; ella es el icono de todo esto, a ella hay que mirar necesariamente para dar solución a aquella soledad de Adán y Eva, que tiene inicio y ya se experimenta en el arranque de la creación. El amor verdadero entre el hombre y la mujer es la solución a esta soledad y a este vacío; el amor entre el hombre y la mujer, que en el matrimonio cristiano se hace posible con la gracia de Dios y con esa correspondencia al otro con el mismo amor de Cristo, hasta dar la vida el uno por el otro. Un corazón que es capaz de corresponder con el mismo amor de Cristo es lo que hace a la persona verdaderamente feliz. ¡Qué hondura adquieren las palabras del Papa Francisco cuando nos dice que «la caridad no apunta  con el dedo a los demás», sino que nos «invita a buscar y sanar las parejas heridas con el aceite de la misericordia»!
El Santo Padre nos ha ofrecido una lección a la Iglesia: que tiene que educar en el amor auténtico, que no puede olvidar su misión de buen samaritano de la humanidad herida, como hace muy pocos días os recordaba en mi carta pastoral Jesús, rostro de la misericordia, camina y conversa con nosotros en Madrid. El Papa Francisco nos llama a que vivamos y descubramos su misión «en la fidelidad, en la verdad y en la caridad».  En estos días del Sínodo, os invito a que contempléis el icono de Nazaret –Jesús, María y José– para aprender lo que este nos enseña: el significado de la familia, su comunión de amor, su sencilla y austera belleza, su carácter sagrado e inviolable, lo dulce e irremplazable que es su pedagogía y lo incomparable y fundamental que es su función en la sociedad. Hemos de creer con todas nuestra fuerzas lo que nos dijo el Señor: que Él está con nosotros, que no hay que tener miedo. Esto debe llevar a la familia a tomar conciencia de la gran dignidad y misión que tiene, a vivir con fuerza las virtudes específicas que caracterizan a la familia doméstica. La presencia en el mundo de la familia cristiana es un testimonio de fe, de coraje, de optimismo, de confianza vital y total en Dios; una exaltación elocuente de los grandes valores elevados y santos de la familia; una prueba de amor a la verdad y al comportamiento que Dios promueve en nuestras vidas, que se convierte en un antídoto a los síntomas que destruyen la sociedad y la convivencia entre los hombres: egoísmo, indiferencia, hedonismo tacaño, conformidad ante unos modos de actuar y de vivir que son decadentes. 
¡Qué belleza ser dos en una sola vida! ¡Qué hondura adquiere la vida viéndose el uno en el otro a Cristo! ¡Qué capacidad de vida engendra esta visión! ¡Qué fuerza alcanza en su origen sacramental que eleva el amor natural, frágil y voluble, al nivel de amor sobrenatural inviolable y siempre nuevo! Os invito a poner a Jesucristo en el centro de vuestra familia. Y que este ponerlo en el centro tenga expresiones externas en las vidas de cada miembro que la forma y en el hogar en el que viven todos, de tal modo que se evidencie que estamos en un hogar cristiano y ante unas personas que siguen al Señor. ¿Por qué? Para hacer de la familia cristiana una escuela de bellas artes, la más bella y hermosa, donde se aprende a usar esos pinceles que entregan serviciofidelidadamor sin límites, es decir, el de Cristo y con las medidas de Cristo,  no enjuiciarno condenarperdonar siempre.  Una escuela donde la restauración de esa obra de arte que es el matrimonio y la familia se realice con la medicina sanadora del Amor mismo de Cristo; esta medicina nos sanó, nos alcanzó la vida verdadera y nos sacó de la muerte y destrucción, es la desmedida del Amor. Una escuela en la que existe un laboratorio de la vida, que nos da todo lo necesario para «vivir en verdad» como le gustaba decir a Santa Teresa de Jesús, entendiendo que la Verdad es Cristo mismo, de ahí la relación con Él. Una escuela que enseña a vivir en el compromiso, en medio del mundo, de hacer de las vidas de quienes la forman la cultura del encuentro. 
El Concilio Vaticano II nos decía que la familia, «célula básica y vital de la sociedad», es escuela de humanidad y de virtudes sociales necesarias para la vida y para el desarrollo de la sociedad (cf. GS 47,52). La familia es anterior al Estado y, por tanto, titular de derechos propios frente a él; baste recordar la Carta de los derechos de la Familia del Consejo Pontificio de la Familia de 1983. La familia ha de ser lugar de fiesta, celebración y gozo común. ¡Cuánto me impresionan a mí esas palabras de Jesús que nos remontan a la voluntad originaria de Dios: «lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre» (Mt 19, 3-9; Mc 10, 2-12; Lc 16, 18)! Los discípulos no entienden y se asustan ante esta afirmación; creen que es un ataque a la idea de matrimonio en el mundo circundante y una exigencia inmisericorde, por lo que dicen enseguida: «si esa es la condición del marido con la mujer, más vale no casarse». Pero Jesús confirma lo llamativo de esta exigencia: fidelidad incondicional que tiene que ser dada al ser humano.  Es un don de la gracia, presupone la transformación de la dureza del corazón, presupone un corazón nuevo, compasivo; es un mensaje del Señor lleno de gracia, amor y compasión. 
Los que vivís y sois familia cristiana, descubríos cada día más como comunidad de vida y de amor, es decir, colocad en el centro a Jesucristo y su Amor, que nos llena y nos capacita para vivir y salir a dar testimonio de Él.
Con gran afecto, os bendice:
+Carlos, arzobispo de Madrid

Carta pastoral del arzobispo de Madrid, Mons. Carlos Osoro Sierra. 'La vida humana surge de dos laderas: padre y madre' Y yo me pregunto: ¿Y si el padre abandona a la madre y ésta muere en el parto dejando a su hija sola ante la vida??? ¿Qué puede sentir esa niña en su vida?

Saint Joseph with Holy Family. Roman church Saint Gioacchino at Pratii


"La verdad sobre el hombre comienza en la familia" es el título de la nueva carta semanal del arzobispo de Madrid, Mons. Carlos Osoro Sierra. A continuación, publicamos el texto íntegro de la misma:
En este mes de noviembre, cuando hemos recordado a tantas personas que tuvieron un protagonismo especial en nuestra vida y después de haber vivido el Sínodo de la Familia, se me impone en lo más profundo del corazón hablar de la familia, de esa familia en la que yo personalmente experimenté y aprendí lo mejor de mi vida. No puedo olvidar a la familia que es la estructura fundamental presente en todas las culturas y en todos los tiempos. En la historia de mi vida ha sido clave el contemplar la Familia de Nazaret, en la que Dios mismo vivió y a través de la cual se hizo presente en este mundo, revelándonos el rostro humano que, si queremos vivir y construir la cultura del encuentro, todos hemos de tener. Doy gracias a Dios por haberse acercado a nuestra vida de esa manera. Dios se hizo hombre: «El Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros» (Jn 1, 14). En Jesucristo vemos al hombre: cómo puede ser y cómo Dios quiere que sea. Es en la familia donde comienza a desarrollarse la verdad sobre el hombre. Y cuando se somete a la institución familiar a presiones de diverso tipo para acomodarla a conveniencias y no a la verdad, esto no puede llamarse progreso de la humanidad, sino mentira instaurada en la civilización. La historia no es simplemente un progreso necesario hacia lo mejor, sino más bien un acontecimiento de libertad o un combate entre libertades que se oponen; como decía San Agustín, un conflicto entre dos amores: el amor de Dios llevado hasta el desprecio de sí mismo, y el amor de sí mismo llevado hasta el desprecio de Dios.
Matrimonio y familia están unidos con la dignidad personal del hombre. Estos no se derivan del instinto y de la pasión, ni exclusivamente del sentimiento; se derivan, ante todo, de una decisión libre de la voluntad, de un amor personal, por el cual los esposos se hacen una sola carne y también un solo corazón y una sola alma. El matrimonio está orientado al futuro, es el único lugar idóneo para la generación y para la educación de los hijos, por eso también en su misma esencia está orientado hacia la fecundidad, a crear la cultura de la vida como colaboradores del amor creador de Dios. Hay que respetar la regla establecida para los procesos de vida. No se puede calificar a una sociedad de progresista y moderna si no respeta estos procesos. Así haremos una sociedad que vive cerrando la mirada hacia el futuro. No respetar estos procesos que tiene la vida en su misma esencia es llevar a la instauración de la cultura de la muerte, con procesos parecidos e incluso más disimulados, como hemos vivido en nuestro mundo en épocas recientes en Europa.
La familia, fundada y vivificada por el amor, es una comunidad de personas: del hombre y de la mujer esposos, de los padres y de los hijos. Remontarse al principio, al gesto creador de Dios, es una necesidad para la familia, si quiere conocerse y realizarse según la verdad interior de su ser y de su actuación histórica. Tres afirmaciones quiero hacer al contemplar ese gesto creador de Dios:
1. Creo en la familia: Sí, creo en esta comunidad de personas. La vida humana surge de dos laderas: padre y madre. Negar una de estas laderas es negar la vida. Todo hombre nace de padre y madre y cada uno de ellos es una ladera indivisible del único ser que somos. No se puede surgir físicamente sin padre y madre. Son principios físicos de existencia, principios personales de constitución y principios simbólicos y psicológicos de identificación del ser humano como ser con sentido en el mundo. Dos palabras sagradas para el ser humano –padre y madre– con un contenido especial. Sacar de la existencia, promover la cultura de la vida, al margen o negando o diluyendo padre y madre, se convierte en un ataque a la esencia misma de la vida.
2. Espero en la familia: Sí, en la familia que ha recibido la misión de custodiar, revelar y comunicar el amor. Como nos dijo san Juan Pablo II, «el hombre no puede vivir sin amor. Permanece para sí mismo un ser incomprensible, su vida está privada de sentido, si no le es revelado el amor, si no se encuentra con el amor, si no lo experimenta y no lo hace propio, si no participa de él vivamente» (RH 10). El Papa Francisco nos ha insistido en que este amor tiene su realización más profunda en el amor del hombre y la mujer en el matrimonio y, de forma más amplia, entre los miembros de la misma familia. El cometido fundamental de la familia es el servicio a la vida con lo que está promoviendo, instaurando y sirviendo a la cultura de la vida. El matrimonio formado por el hombre y la mujer, inicio singular de la familia, es la esencia misma de la cultura de la vida y, por tanto, del futuro de la humanidad.
3. Amor a la familia: ¿Cómo no amar a la familia si en ella y de ella hemos recibido lo mejor que tenemos, que es la vida misma? «Dios con la creación del hombre y de la mujer a su imagen y semejanza, corona y lleva a la perfección la obra de sus manos; los llama a una especial participación en su amor y al mismo tiempo en su poder de Creador y Padre, mediante su cooperación libre y responsable en la transmisión del don de la vida» (FC 28). Afrontar el camino de la vocación matrimonial y familiar significa aprender el amor conyugal día a día, año tras año, el amor en alma y cuerpo, el amor que es «paciente y bondadoso, no busca su interés [...] no tiene miedo al mal». El amor «encuentra su alegría en la verdad», el amor que «todo lo soporta» (1ª Cor 13). No dejemos que se nos robe y arrebate la riqueza de la familia. No incluyamos en nuestro proyecto de vida un contenido deformado, empobrecido y falseado, el «amor se alegra con la verdad». Busquemos la verdad del matrimonio y de la familia allí donde se encuentra; cada uno de nosotros somos verificación de esa verdad. Estar dispuestos a ir buscando la verdad de la familia desde el amor misericordioso que, con tanta fuerza, nos ha revelado Jesucristo ha de ser nuestra pasión. Y no meternos en la corriente de las opiniones en las que se obvia el amor mismo de Cristo, que es misericordioso y siempre instaura cauces para defender la verdad del hombre que tiene también su revelación en la familia. Esto es convertir el amor en un amor verdadero.
En la Familia de Nazaret encontramos los argumentos necesarios para decir que la familia es una realidad sagrada. Y que padre y madre son las palabras más hermosas porque hablan de la verdad del hombre y de la mujer que generan vida y prolongan el amor de Dios. Nosotros, surgidos a la vida necesariamente por un padre y una madre, no hemos sido un añadido desde fuera al mutuo amor de nuestros padres, sino que hemos brotado del corazón mismo de su donación recíproca, siendo su fruto y su cumplimiento. Creed en la familia. Como en otras ocasiones os he dicho, la familia es la escuela de Bellas Artes más importante en la vida del ser humano y en la que la belleza más hermosa se revela al hombre.
Con gran afecto, os bendice,
+ Carlos, arzobispo de Madrid

miércoles, 25 de noviembre de 2015

NUNCA HE SIDO HOMOFÓBICA...UNA DE LAS PRUEBAS ES QUE ARMANDO ROJAS GUARDIA ES UNO DE MIS POETAS VENEZOLANOS PREFERIDOS...EL BLOG OBEDECE A MI DESEO DE DENUNCIAR EL DAÑO QUE UN HOMOSEXUAL HACE AL TENER UN HIJ@ QUE NO QUIERE Y LUEGO ABANDONARLO, COMO ES MI CASO.

Nació en Caracas, Venezuela, en 1949, hijo del poeta caraqueño Pablo Rojas Guardia (1909-1978) y Mercedes Álvarez Gómez (1919-1973); durante los primeros siete años de vida se residenció en Praga, Haití y Nicaragua como consecuencia de los cargos diplomáticos de su padre. En su juventud vivió en Bogotá, en Friburgo (Suiza) y en Solenriname (Nicaragua), con Ernesto Cardenal. Posteriormente su vida ha transcurrido entre Caracas- Méridayha estudiado con profusión la filosofía; ha pasado días de pasión y noches de insomnio donde procedió a la relectura estudiosa de textos fundamentales de San Juan de la Cruz, Santa Teresa, Góngora, Eliot, Blanchot, Bernanos, Deleuze, Barriles, Borges, Huxiey, Ritke, Joyce, Nietzsche, Maquiavelo, Kant, Pessoa, Faulkner, Kafka, Rimbaud, Milton, Blake, Sade, Jüng, Bataille, Pavese, Dante, Ricoeur, Camus, Lezama Lima, Octavio Paz, Cadenas.

Armando Rojas Guardia: “Los académicos me eligieron con mis marginalidades”

«El Dios de la intemperie» (1985) ahora se publica en la colección Otero Ediciones de Libros El Nacional | Foto WILLIAM DUMONT
«El Dios de la intemperie» (1985) ahora se publica en la colección Otero Ediciones de Libros El Nacional | Foto WILLIAM DUMONT
El poeta, recientemente electo Individuo de Número de la Academia Venezolana de la Lengua, rechaza cualquier tipo de extremismo religioso y vínculo entre el Evangelio y la homofobia

La sorpresa de Armando Rojas Guardia es genuina. No es un lugar común cuando dice que se sintió extrañado cuando fue elegido como Individuo de Número de la Academia Venezolana de la Lengua. “Siempre he sido radicalmente antiacadémico. Ellos tenían que saber que soy un escritor que ostenta cuatro marginalidades”, afirma.
Se refiere en principio a ser un poeta en un país que considera gobernado por lo que llama la entronización de la mercancía. “Es así en todo Occidente. El poeta es lo que en Venezuela se llama un limpio, no produce dividendos”.
En segundo lugar está ser cristiano en un contexto en el que las élites intelectuales son laicas y laicistas. “Para ellos es inconcebible que se pueda ser un genuino artista moderno y católico”. Las otras son ser homosexual en una nación “falocrática y machista” y haber sido un paciente psiquiátrico.
“Los académicos me eligieron con mis marginalidades. Eso habla muy bien del aire mental en ellos”, afirma Rojas Guardia, quien ocupará el sillón de Carlos Pacheco, fallecido en marzo.
Cita a su amigo Rafael Castillo Zapata y la interpretación que este hace sobre las disertaciones de Martin Heidegger del verso “Poéticamente habita el hombre” de Friedrich Hölderlin. “Rafael dice que el poema busca propiciar un orden justo en el mundo y la vida social. En el poema está implícita la noción de justicia. Busca crear un orden verbal que sea una invitación a un orden social”.
¿Y no ocurre lo contrario? Claro, afirma Rojas Guardia. Asegura que en una sociedad se utiliza el prestigio que pueda tener un poeta con otros fines. “Venezuela ama lo espectacular, adora la pantalla publicitaria. Lo maravilloso de Rafael Cadenas es ese silencio que rodea su personalidad y obra. Es un silencio casi monástico más expresivo que cualquier denuncia explícita. Es insobornable”, indica el autor, quien el domingo presentará la reedición de 
El Dios de la intemperie (1985), que ahora se publica en la colección Otero Ediciones de Libros de El Nacional.
“Es mi obra más conocida y emblemática. La publico íntegra, solo con dos pequeñas correcciones que se escaparon en la primera edición”, afirma.
El cristianismo. Su creencia en Jesucristo es fundamental. Reitera lo que hace 25 años dijo ante el mismo planteamiento: “No hay en mi existencia pasión filosófica, literaria o sensual mayor que la de ser cristiano”.
Rojas Guardia es un hombre de oración que intenta ser ajeno a fanatismos. “El cristianismo por su misma naturaleza está en contra del fanatismo. Jesús nos convoca a amar incluso al enemigo, a pesar de que la Iglesia Católica se ha caracterizado por el dogmatismo. La auténtica experiencia del Evangelio es radicalmente contraria al fanatismo”, responde cuando se le pregunta por los recientes ataques terroristas en París.
Además, recuerda que en la Biblia no hay ningún versículo homofóbico, aunque reconoce que hay tres pasajes que pueden ser usados con tal fin, uno de ellos es el de Sodoma y Gomorra. “Todos los biblistas están de acuerdo en que ese episodio simbólico obedeció a la falta de hospitalidad de los habitantes. El segundo es del Levítico, donde se dice que es abominación si un hombre se acuesta con otro, pero toda la exégesis afirma que era tan abominable en ese tiempo cortarse la barba, comer mariscos o cerdo”.
El tercer pasaje está en la carta de San Pablo a los romanos. “Hay una crítica a las relaciones homosexuales, pero hoy se está de acuerdo en que San Pablo no conocía la noción de homosexualidad que tenemos desde el siglo XIX. Para él se hacían por curiosidad morbosa. Para él no existía como orientación erótica y afectiva”, acota el poeta, uno de los entrevistados en el documental Ti@s de John Petrizzelli.

Armando Rojas Guardia y la intemperie

Lograr desde el respeto y la diferencia, transitar los mismos espacios sin atropellar a los demás

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ALIRIO PÉREZ LO PRESTI |  EL UNIVERSAL
lunes 1 de diciembre de 2014  12:00 AM
En el recientemente realizado Congreso Venezolano de Psiquiatría desarrollado en la ciudad de Caracas los días 13, 14 y 15 del mes de noviembre, tuve el privilegio de dictar la conferencia: "Armando Rojas Guardia. El dios de la intemperie". El interés por este escritor venezolano por parte de una comunidad científica surge de una larga relación entre psiquis y filosofía, lo cual en Rojas Guardia va más allá, por el hecho de que hay algunos elementos inherentes a la ¿transgresión?, que están presentes en su obra. 

Existen tres condiciones (entre otras) que destacan en el texto El dios de la intemperie, las cuales nos llevan a concluir que su obra y su persona se encuentran ligadas intrínsecamente con la labor de la psiquiatría que razona y propende a dar frutos. Estos tres elementos se hallan vinculados con lo que pudiésemos llamar la condición "marginal" (y marginada) universal del ser humano.

El primero es la enfermedad mental, percibida como condición que ubica al individuo en un plano que induce temor a "los otros". Mezcla de miedo y compasión, que de no ser por las habilidades intelectuales o el poder económico de quien presenta una condición psicopatológica, estaría condenado al ostracismo inherente a lo sociocultural. No es la visión expuesta por Foucault en la Historia de la locura en la época clásica. Se trata de un escritor que le dedica su libro a su psiquiatra tratante, quien no sólo es un "personaje", sino que existe una genuina amabilidad de Rojas por quien es un terapeuta reconocido con quien ha vivido la experiencia del "acompasamiento" inherente al acto médico. Contrario a muchos textos antipsiquiatras, en esta obra Rojas muestra gentileza por el oficio de los terapeutas, siendo notable el valor y respeto que les adjudica.

Lo segundo que plantea Rojas Guardia es la condición homosexual. Elemento que sigue siendo de marginación social que ubica al individuo en un plano muchas veces de carácter paralelo que le impide el mantener vínculos en común con los pares. Debemos sacar cuentas en este punto. Sólo una minoría de la actual civilización tiene aceptación genuina por la homosexualidad. El no rechazo o repudio a la misma sólo ocurre en algunas sociedades (predominantemente las que conocemos como occidentales). Lo homosexual como elemento marginal que hace del individuo un ser que todavía es visto como diferente y casi contracultural en muchas latitudes.

Lo tercero es la condición de "poeta", la cual es una elaboración de carácter artístico ajena a la comercialización y al "marketing", ubicando a quien cultiva el lirismo en una posición singular, propia de seres ¿incomprendidos?, a quienes la sociedad ubica al margen, en parte por insensible, por considerarlos inútiles, pero por encima de todo porque vivimos en una comunidad básicamente ágrafa, en donde la ignorancia es casi una norma, o peor aún, un elemento necesario para el "triunfo". 

Rojas Guardia es un gran poeta y ensayista. Su obra marcha como un espejo que nos permite intentar entender elementos propios del enmarañado siglo que corre. Es un talentoso hombre de ideas que se encuentra entre nosotros, produciendo un legado de gran valor para esta y futuras generaciones. El dios de la intemperie es un ensayo publicado por primera vez en el año 1985 reeditado por la ULA a través del destacado médico humanista Osman Gómez en 2003, existiendo ediciones más recientes. 

Obra de profundo contenido filosófico, enraizada con lo más pedestre del espíritu humano. En una muestra de erudición propia de un hombre culto, Rojas muestra su profundo conocimiento filosófico expuesto de manera sencilla, lo cual es relevante, ya que con frecuencia el ensayo que induce a pensar, puede resultar de difícil lectura. En Rojas el libro se lee de un solo tirón, característica que tienen las obras escritas con pulcritud. Si un elemento consiente el anclaje que deriva en otras ideas, es el sustrato de carácter nietzscheano que posee el libro. Nietzsche para entender elementos inherentes a la moral, pero particularmente la exaltación de la obra del filósofo alemán que teje un hilo conductor que determina el ensayo. La idea de Dios, propia a una cultura de la cual formamos parte, con sus atavismos, primitivismos y desatinos. La genealogía de la moral que puede ser convincente y dar estructura, o puede conducir al individuo al nihilismo y lo tormentoso.

La lectura de Rojas Guardia, con su estilo afable y su límpida prosa, es asidero para cultivar visiones que nos permitan desarrollar sosiego y tratar de buscar luces en un siglo complejo. Escritor del siglo XX con proyección inseparable al corazón del siglo XXI, El dios de la intemperie seguirá dando que hablar (y pensar) en un país que desde hace rato pareciera necesitar con urgencia de mayores referentes intelectuales para encontrarse consigo mismo. Para lograr desde el respeto y la diferencia, transitar los mismos espacios sin atropellar a los demás.

@perezlopresti

Siempre he identifivado este poema con mi infancia...Aún hoy anciana, con un hermoso matrimonio de 41 años, 4 hijos sanos y 5 hermosos nietos, reconozco que esos golpes no se superan, se deja de vivir en función del abandono de los padres para acostrumbarse a vivir con él y las huellas que han dejado en nuestro subconsciente,,,


César Vallejo
(Perú, 1892-Paris, 1938)

Los Heraldos Negros
(1918)

LOS HERALDOS NEGROS
Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé.
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... Yo no sé.

Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

Y el hombre... Pobre... pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como un charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes ... Yo no sé!

¿Y los que no tuvimos el placer de tenerla y disfrutarla. Sobre qué estructura nos formamos???

¡TANTO DOLOR PARA QUÉ!!! Si mi mamá era católica y sabías que como tal iba a formar su familia contigo, y además conocías a mi tío sacerdote que junto con el resto de mi familia se oponía a vuestro matrimonio porque sabían que eras homosexual, ¿por qué no se lo confesaste y la engañaste propiciándola a ir no sólo contra su familia sino contra el derecho a ser feliz que tenía cada uno de Uds y YO?

TEXTO COMPLETO: Discurso conclusivo del Papa Francisco en el Sínodo de la Familia

Foto: L`Osservatore Romano
VATICANO, 24 Oct. 15 / 12:30 pm (ACI).- Al terminar esta tarde los trabajos del Sínodo de los Obispos sobre la Familia, el Papa Francisco pronunció el discurso conclusivo ante los padres sinodales, los auditores y delegados fraternos. A continuación el texto completo de su alocución en el Aula del Sínodo en el Vaticano:
Queridas Beatitudes, eminencias, excelencias,
Queridos hermanos y hermanas:
Quisiera ante todo agradecer al Señor que ha guiado nuestro camino sinodal en estos años con el Espíritu Santo, que nunca deja a la Iglesia sin su apoyo.
Agradezco de corazón al Cardenal Lorenzo Baldisseri, Secretario General del Sínodo, a Monseñor Fabio Fabene, Subsecretario, y también al Relator, el Cardenal Peter Erdo, y al Secretario especial, Monseñor Bruno Forte, a los Presidentes delegados, a los escritores, consultores, traductores y a todos los que han trabajado incansablemente y con total dedicación a la Iglesia: gracias de corazón.
Agradezco a todos ustedes, queridos Padres Sinodales, delegados fraternos, auditores y auditoras, asesores, párrocos y familias por su participación activa y fructuosa.
Doy las gracias igualmente a los que han trabajado de manera anónima y en silencio, contribuyendo generosamente a los trabajos de este Sínodo.
Les aseguro mi plegaria para que el Señor los recompense con la abundancia de sus dones de gracia.
Mientras seguía los trabajos del Sínodo, me he preguntado: ¿Qué significará para la Iglesia concluir este Sínodo dedicado a la familia?
Ciertamente no significa haber concluido con todos los temas inherentes a la familia, sino que ha tratado de iluminarlos con la luz del Evangelio, de la Tradición y de la historia milenaria de la Iglesia, infundiendo en ellos el gozo de la esperanza sin caer en la cómoda repetición de lo que es indiscutible o ya se ha dicho.
Seguramente no significa que se hayan encontrado soluciones exhaustivas a todas las dificultades y dudas que desafían y amenazan a la familia, sino que se han puesto dichas dificultades y dudas a la luz de la fe, se han examinado atentamente, se han afrontado sin miedo y sin esconder la cabeza bajo tierra.
Significa haber instado a todos a comprender la importancia de la institución de la familia y del matrimonio entre un hombre y una mujer, fundado sobre la unidad y la indisolubilidad, y apreciarla como la base fundamental de la sociedad y de la vida humana.
Significa haber escuchado y hecho escuchar las voces de las familias y de los pastores de la Iglesia que han venido a Roma de todas partes del mundo trayendo sobre sus hombros las cargas y las esperanzas, la riqueza y los desafíos de las familias.
Significa haber dado prueba de la vivacidad de la Iglesia católica, que no tiene miedo de sacudir las conciencias anestesiadas o de ensuciarse las manos discutiendo animadamente y con franqueza sobre la familia.
Significa haber tratado de ver y leer la realidad o, mejor dicho, las realidades de hoy con los ojos de Dios, para encender e iluminar con la llama de la fe los corazones de los hombres, en un momento histórico de desaliento y de crisis social, económica, moral y de predominio de la negatividad.
Significa haber dado testimonio a todos de que el Evangelio sigue siendo para la Iglesia una fuente viva de eterna novedad, contra quien quiere «adoctrinarlo» en piedras muertas para lanzarlas contra los demás.
Significa haber puesto al descubierto a los corazones cerrados, que a menudo se esconden incluso dentro de las enseñanzas de la Iglesia o detrás de las buenas intenciones para sentarse en la cátedra de Moisés y juzgar, a veces con superioridad y superficialidad, los casos difíciles y las familias heridas.
Significa haber afirmado que la Iglesia es Iglesia de los pobres de espíritu y de los pecadores en busca de perdón, y no sólo de los justos y de los santos, o mejor dicho, de los justos y de los santos cuando se sienten pobres y pecadores.
Significa haber intentado abrir los horizontes para superar toda hermenéutica conspiradora o un cierre de perspectivas para defender y difundir la libertad de los hijos de Dios, para transmitir la belleza de la novedad cristiana, a veces cubierta por la herrumbre de un lenguaje arcaico o simplemente incomprensible.
En el curso de este Sínodo, las distintas opiniones que se han expresado libremente –y por desgracia a veces con métodos no del todo benévolos– han enriquecido y animado sin duda el diálogo, ofreciendo una imagen viva de una Iglesia que no utiliza «módulos impresos», sino que toma de la fuente inagotable de su fe agua viva para refrescar los corazones resecos.(1)
Y –más allá de las cuestiones dogmáticas claramente definidas por el Magisterio de la Iglesia– hemos visto también que lo que parece normal para un obispo de un continente, puede resultar extraño, casi como un escándalo, para el obispo de otro continente; lo que se considera violación de un derecho en una sociedad, puede ser un precepto obvio e intangible en otra; lo que para algunos es libertad de conciencia, para otros puede parecer simplemente confusión. En realidad, las culturas son muy diferentes entre sí y todo principio general necesita ser inculturado si quiere ser observado y aplicado.(2) El Sínodo de 1985, que celebraba el vigésimo aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II, habló de la inculturación como «una íntima transformación de los auténticos valores culturales por su integración en el cristianismo y la radicación del cristianismo en todas las culturas humanas».(3)
La inculturación no debilita los valores verdaderos, sino que muestra su verdadera fuerza y su autenticidad, porque se adaptan sin mutarse, es más, trasforman pacíficamente y gradualmente las diversas culturas.(4)
Hemos visto, también a través de la riqueza de nuestra diversidad, que el desafío que tenemos ante nosotros es siempre el mismo: anunciar el Evangelio al hombre de hoy, defendiendo a la familia de todos los ataques ideológicos e individualistas.
Y, sin caer nunca en el peligro del relativismo o de demonizar a los otros, hemos tratado de abrazar plena y valientemente la bondad y la misericordia de Dios, que sobrepasa nuestros cálculos humanos y que no quiere más que «todos los hombres se salven» (1 Tm 2,4), para introducir y vivir este Sínodo en el contexto del Año Extraordinario de la Misericordia que la Iglesia está llamada a vivir.
Queridos Hermanos, la experiencia del Sínodo también nos ha hecho comprender mejor que los verdaderos defensores de la doctrina no son los que defienden la letra sino el espíritu; no las ideas, sino el hombre; no las fórmulas sino la gratuidad del amor de Dios y de su perdón. Esto no significa en modo alguno disminuir la importancia de las fórmulas, de las leyes y de los mandamientos divinos, sino exaltar la grandeza del verdadero Dios que no nos trata según nuestros méritos, ni tampoco conforme a nuestras obras, sino únicamente según la generosidad sin límites de su misericordia (cf. Rm 3,21-30; Sal 129; Lc 11,37-54). Significa superar las tentaciones constantes del hermano mayor (cf. Lc 15,25-32) y de los obreros celosos (cf. Mt 20,1-16). Más aún, significa valorar más las leyes y los mandamientos, creados para el hombre y no al contrario (cf. Mc 2,27).
En este sentido, el arrepentimiento debido, las obras y los esfuerzos humanos adquieren un sentido más profundo, no como precio de la invendible salvación, realizada por Cristo en la cruz gratuitamente, sino como respuesta a Aquel que nos amó primero y nos salvó con el precio de su sangre inocente, cuando aún estábamos sin fuerzas (cf. Rm 5,6).
El primer deber de la Iglesia no es distribuir condenas o anatemas sino proclamar la misericordia de Dios, de llamar a la conversión y de conducir a todos los hombres a la salvación del Señor (cf. Jn 12,44-50).
El beato Pablo VI decía con espléndidas palabras: «Podemos pensar que nuestro pecado o alejamiento de Dios enciende en él una llama de amor más intenso, un deseo de devolvernos y reinsertarnos en su plan de salvación [...]. En Cristo, Dios se revela infinitamente bueno [...]. Dios es bueno. Y no sólo en sí mismo; Dios es –digámoslo llorando- bueno con nosotros. Él nos ama, busca, piensa, conoce, inspira y espera. Él será feliz –si puede decirse así–el día en que nosotros queramos regresar y decir: “Señor, en tu bondad, perdóname. He aquí, pues, que nuestro arrepentimiento se convierte en la alegría de Dios».(5)
También san Juan Pablo II dijo que «la Iglesia vive una vida auténtica, cuando profesa y proclama la misericordia [...] y cuando acerca a los hombres a las fuentes de la misericordia del Salvador, de las que es depositaria y dispensadora».(6)
Y el Papa Benedicto XVI decía: «La misericordia es el núcleo central del mensaje evangélico, es el nombre mismo de Dios [...] Todo lo que la Iglesia dice y realiza, manifiesta la misericordia que Dios tiene para con el hombre. Cuando la Iglesia debe recordar una verdad olvidada, o un bien traicionado, lo hace siempre impulsada por el amor misericordioso, para que los hombres tengan vida y la tengan en abundancia (cf. Jn 10,10)».(7)
En este sentido, y mediante este tiempo de gracia que la Iglesia ha vivido, hablado y discutido sobre la familia, nos sentimos enriquecidos mutuamente; y muchos de nosotros hemos experimentado la acción del Espíritu Santo, que es el verdadero protagonista y artífice del Sínodo. Para todos nosotros, la palabra «familia» no suena lo mismo que antes, hasta el punto que en ella encontramos la síntesis de su vocación y el significado de todo el camino sinodal.(8)
Para la Iglesia, en realidad, concluir el Sínodo significa volver verdaderamente a «caminar juntos» para llevar a todas las partes del mundo, a cada Diócesis, a cada comunidad y a cada situación la luz del Evangelio, el abrazo de la Iglesia y el amparo de la misericordia de Dios.
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1 Cf. Carta al Gran Canciller de la Pontificia Universidad Católica Argentina en el centenario de la Facultad de Teología (3 marzo 2015): L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española, 13 marzo 2015, p. 13..
2 Cf. PONTIFICIA COMISIÓN BÍBLICA, Fe y cultura a la luz de la biblia. Actas de la Sesión plenaria 1979 de la Pontificia Comisión Bíb lica; CONC. ECUM. VAT. II, Cost. Past. Gaudium et spes, sobre la Iglesia en el mundo actual, 44.
3 Relación final (7 diciembre 1985): L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española, 22 diciembre 1985, p. 14.
4 «En virtud de su misión pastoral, la Iglesia debe mantenerse siempre atenta a los cambios históricos y a la evolución de la mentalidad. Claro, no para someterse a ellos, sino para superar los obstáculos que se pueden oponer a la acogida de sus consejos y sus directrices»: Entrevista al Card. Georges Cottier, Civiltà Cattolica, 8 agosto 2015, p. 272.
5 Homilía (23 junio 1968): Insegnamenti, VI (1968), 1176-1178.
6 Cart. Enc. Dives in misericordia (30 noviembre 1980), 13. Dijo también: «En el misterio Pascual [...] Dios se muestra como es: un Padre de infinita ternura, que no se rinde frente a la ingratitud de sus hijos, y que siempre está dispuesto a perdonar», Regina coeli (23 abril 1995): L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española, 28 abril 1995, p. 1; y describe la resistencia a la misericordia diciendo: «La mentalidad contemporánea, quizás en mayor medida que la del hombre del pasado, parece oponerse al Dios de la misericordia y tiende además a orillar de la vida y arrancar del corazón humano la idea misma de la misericordia. La palabra y el concepto de misericordia parecen producir una cierta desazón en el hombre», Cart. Enc. Dives in misericordia (30 noviembre 1980), 2.
7 Regina coeli (30 marzo 2008): L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española, 4 abril 2008, p. 1. Y hablando del poder de la misericordia afirma: «Es la misericordia la que pone un límite al mal. En ella se expresa la naturaleza del todo peculiar de Dios: su santidad, el poder de la verdad y del amor», Homilía durante la santa misa en el Domingo de la divina Misericordia(15 abril 2007): L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española, 20 abril 2007, p. 3.
8 Un análisis acróstico de la palabra «familia» [en italiano f-a-m-i-g-l-i-a] nos ayuda a resumir la misión de la Iglesia en la tarea de:
Formar a las nuevas generaciones para que vivan seriamente el amor, no con la pretensión individualista basada sólo en el placer y en el «usar y tirar», sino para que crean nuevamente en el amor auténtico, fértil y perpetuo, como la única manera de salir de sí mismos; para abrirse al otro, para ahuyentar la soledad, para vivir la voluntad de Dios; para realizarse plenamente, para comprender que el matrimonio es el «espacio en el cual se manifiestan el amor divino; para defender la sacralidad de la vida, de toda vida; para defender la unidad y la indisolubilidad del vínculo conyugal como signo de la gracia de Dios y de la capacidad del hombre de amar en serio» (Homilía en la Santa Misa de apertura de la XIV Asamblea general ordinaria del Sínodo de los Obispos, XXVII Domingo del Tiempo Ordinario, 4 octubre 2015: L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española, 9 octubre 2015, p. 4; y para valorar los cursos prematrimoniales como oportunidad para profundizar el sentido cristiano del sacramento del matrimonio.
Andar hacia los demás, porque una Iglesia cerrada en sí misma es una Iglesia muerta. Una Iglesia que no sale de su propio recinto para buscar, para acoger y guiar a todos hacía Cristo es una Iglesia que traiciona su misión y su vocación.
Manifestar y difundir la misericordia de Dios a las familias necesitadas, a las personas abandonadas; a los ancianos olvidados; a los hijos heridos por la separación de sus padres, a las familias pobres que luchan por sobrevivir, a los pecadores que llaman a nuestra puerta y a los alejados, a los diversamente capacitados, a todos los que se sienten lacerados en el alma y en el cuerpo, a las parejas desgarradas por el dolor, la enfermedad, la muerte o la persecución.
Iluminar las conciencias, a menudo asediadas por dinámicas nocivas y sutiles, que pretenden incluso ocupar el lugar de Dios creador. Estas dinámicas deben de ser desenmascaradas y combatidas en el pleno respeto de la dignidad de toda persona humana.
Ganar y reconstruir con humildad la confianza en la Iglesia, seriamente disminuida a causa de las conductas y los pecados de sus propios hijos. Por desgracia, el antitestimonio y los escándalos en la Iglesia cometidos por algunos clérigos han afectado a su credibilidad y han oscurecido el fulgor de su mensaje de salvación.
Laborar para apoyar y animar a las familias sanas, las familias fieles, las familias numerosas que, no obstante las dificultades de cada día, dan cotidianamente un gran testimonio de fidelidad a los mandamientos del Señor y a las enseñanzas de la Iglesia.
Idear una pastoral familiar renovada que se base en el Evangelio y respete las diferencias culturales. Una pastoral capaz de transmitir la Buena Noticia con un lenguaje atractivo y alegre, y que quite el miedo del corazón de los jóvenes para que asuman compromisos definitivos. Una pastoral que preste particular atención a los hijos, que son las verdaderas víctimas de las laceraciones familiares. Una pastoral innovadora que consiga una preparación adecuada para el sacramento del matrimonio y abandone la práctica actual que a menudo se preocupa más por las apariencias y las formalidades que por educar a un compromiso que dure toda la vida.
Amar incondicionalmente a todas las familias y, en particular, a las pasan dificultades. Ninguna familia debe sentirse sola o excluida del amor o del amparo de la Iglesia. El verdadero escándalo es el miedo a amar y manifestar concretamente este amor.

El Sínodo aprobó el documento final que incluye la apertura a divorciados

El papa Francisco (centro) posa junto a obispos y cardenales durante un receso en el sínodo de obispos celebrado en el Vaticano. 
EFE/Maurizio Brambatti
Los participantes del Sínodo de la familia aprobaron hoy por mayoría de dos tercios los 94 puntos de su documento final, que abre la vía a estudiar caso por caso el acceso a los sacramentos de los divorciados que se han vuelto a casar. EFE
En 3 de esos 94 puntos -los que más votos negativos tuvieron- se aborda esta cuestión y se explica que los “bautizados que se han divorciado y se han vuelto a casar deben ser más integrados en las comunidades cristianas de las diferentes maneras posibles, pero evitando en cualquier caso causar escándalo”.
También se invita a utilizar al respecto el método del “discernimiento”, la valoración caso por caso, por parte de los sacerdotes durante la confesión.
Los 265 padres sinodales, los cardenales y obispos con derecho a voto aprobaron, como aparece en el punto 84 del documento final, que los divorciados y casados en segundas nupcias “no sólo no tienen que sentirse excomulgados, sino que pueden vivir y madurar como miembros vivos de la Iglesia sintiéndola como una madre que les acoge”.
Aseguran que, para la comunidad cristiana, “hacerse cargo de estar personas no es una debilidad de la propia fe o de la indisolubilidad del matrimonio, sino que así la Iglesia expresa su caridad”.
En el punto 85, el que más votos en contra tuvo (80 frente a 178 a favor), se recuerda que Juan Pablo II (en su exhortación apostólica “Familiaris consortio” de 1981) ya ofreció el criterio de la valoración caso por caso de los divorciados católicos y vueltos a casar para su acceso a los sacramentos, como la eucaristía.
“Es por tanto deber de los presbíteros acompañar a las personas en el camino del discernimiento, según las enseñanzas de la Iglesia y las orientaciones del obispo”, se apunta.
Se estudiarán los casos y otras circunstancias como el comportamiento hacia los hijos durante el divorcio, si ha habido intentos de reconciliación, la situación del otro cónyuge y las consecuencias de la nueva relación para el resto de la familia, entre otras.
El documento añade que “el coloquio con el sacerdote, en foro interno (en confesión), sirve a la formación de un juicio correcto de lo que obstaculiza la posibilidad de una plena participación en la vida de la Iglesia (del divorciado) y sobre los pasos para favorecerla y hacerla crecer”.
El texto incluye, por ejemplo, la necesidad de que “sea mejorada la catequesis prematrimonial” para evitar los divorcios.
Pide que la Iglesia dé apoyo a las parejas, jóvenes y adolescentes en el tema de la “sexualidad”, al considerar que “la familia, aunque es el lugar pedagógico principal, no puede ser el único lugar en el que se aborde la educación sexual”.
En el documento también se reitera la atención a casos de violencia familiar y, sobre todo, “promover la protección de los menores del abuso sexual”.
“La Iglesia reitera su tolerancia cero en estos casos” y el “acompañamiento de las familias”, afirma al respecto.
Los obispos indican que entregan este documento al papa Francisco y que esperan que éste sirva para que él escriba un documento sobre el tema.

Papa Francisco sobre métodos del Sínodo: No son del todo benévolos

Concluye sínodo sobre la familia tras casi un mes de debates






MI SUEÑO RECURRENTE A LO LARGO DE MUCHOS AÑOS