Yo

Yo
YO, tu hija no deseada sólo necesaria. "SALIRSE DEL CLOSET" es la frase que define a los homosexuales que al fin se atreven a alcanzar su libertad, declarándose ante el mundo en toda la dimensión de su orientación sexual. Durante años se consideraron una "minoría excluída" de la sociedad, por eso aceptaban matrimonios bizarros, como el que le ofreció mi padre a mi enamoradísima madre, quien en el tránsito de sus 11 meses de casada y 8 de mi embarazo, al saber la verdad, optó por morir en mi parto de forma "heróica", y quedé yo...a quien mi padre nunca quiso y a los 4 años abandonó sin volver nunca a saber de mi, pues no está en la esencia del gay tener un hijo de su simiente, si montar el show como el de Ricky Martin a través de vientres alquilados o adopciones entre cámaras y noticias de la "prensa rosa". Hablo en nombre de esos hijos, que sin pedir venir al mundo nos trajeron como objetos utilitarios hasta que nuestros padres decidieran sus vidas, y una vez hecho, nos quedamos abandonados a nuestra suerte, sin familia, calor de hogar ni nada a lo que tiene derecho un ser humano, más aún un niño. Fuimos "COSAS" de desecho. Por éso en este blog denuncio que la verdadera MINORIA EXCLUIDA Y CONDENADA A NO TENER NINGUN DERECHO AL CUIDADO Y ATENCIÓN, POR UNA SOCIEDAD HEDONISTA Y SIN AMOR, SOMOS NOSOTROS, no nuestros padres que ya están aceptados por la sociedad y formaron su propio movimiento social con todas sus garantías, deberes y derechos. Como adulta confieso ¿con qué derecho mi padre me condenó a llevar en mi corazón y alma heridas que nunca han sanado por completo? Reflexionen y piensen dónde está la verdad de toda esta farsa.

sábado, 26 de diciembre de 2015

Navidad y familia van muy unidas...Carta del obispo de Córdoba, Mons. Demetrio Fernández. 'La entrada en la historia humana de Jesús se ha producido en el seno de una familia' ¿Y l@s que tenemos el padre gay que nos abandonó porque no nos quiso?


Van muy unidas. La fiesta de Navidad reúne a toda la familia. La fiesta de Navidad es una fiesta de familia. El Hijo de Dios al hacerse hombre se ha hecho miembro de la familia humana y de una familia doméstica. Jesucristo ha santificado la familia.
La familia humana tiene como referencia la comunidad trinitaria. Jesucristo nos ha revelado que Dios es familia, son tres personas, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, que viven felizmente en el hogar trinitario, el cielo. Y a ese hogar –dulce hogar- convocan a cada persona que viene a este mundo. El Hijo de Dios, segunda persona de Dios, Jesucristo, ha venido a este mundo para llevarnos a esta relación de amor, dándonos su Espíritu Santo. Nuestro destino es entrar en comunión con las personas divinas, ya en este mundo y para toda la eternidad. Más aún, lo que nos constituye en personas es precisamente esta relación. Se trata de vivirla conscientemente y disfrutarla.
Y un icono viviente de esa comunidad trinitaria es la santa Familia de Nazaret, compuesta por Jesús, María y José. La entrada en la historia humana de Jesús se ha producido en el seno de una familia humana, con un padre, una madre y un hijo. Y han vivido de su trabajo, en el hogar familiar donde se ejercitan las virtudes domésticas por los lazos del amor de unos con otros. Bien es verdad que la santa Familia de Nazaret es una familia muy singular, pero es modelo para todas las familias por el servicio mutuo, la convivencia, el amor e incluso el cariño y la ternura de unos con otros.
La familia se constituye por la unión de los esposos que normalmente se convierten en padres. Varón y mujer, creados en igualdad de dignidad fundamental, son distintos para ser complementarios. Cuanto más varón sea el varón, mejor para todos en la casa. El aporta particularmente la cobertura, la protección y la seguridad. El varón es signo de fortaleza, representa la autoridad que ayuda a crecer. La mujer tiene una aportación específica, da calor al hogar, acogida, ternura. El genio femenino enriquece grandemente la familia. Cuanto más mujer y más femenina sea la mujer, mejor para todos en la casa. Esa complementariedad puede verse truncada por la falta de uno de ellos, y la familia más amplia –abuelos, tíos- puede suplirla.
La unión complementaria de los esposos los convierte en administradores de la vida. Del abrazo amoroso de los esposos, proceden los hijos. Todo hijo tiene derecho a nacer de ese abrazo amoroso, que no puede sustituirse nunca por la pipeta de laboratorio (fecundaciónin vitro). Precisamente porque la persona se constituye por la relación –así nos lo muestran las personas divinas-, el hijo tiene derecho a proceder de una relación de amor entre sus padres, y nunca como fruto de un aquelarre químico de laboratorio. Hay muchos que piensan en el derecho a tener un hijo, como si el hijo fuera un objeto, mientras que el hijo es siempre un don, un don de Dios, fruto de la relación amorosa de los esposos, que se abren generosamente a la vida. Todo tipo de fecundación artificial (inseminación artificial y anónima, fecundación in vitro homóloga o heteróloga) rompe esa armonía de la creación por la que los hijos vienen al mundo como personas, fruto de una relación personal de amor entre los esposos.
Los esposos y padres se prolongan en los hijos y, a su vez, son fruto de los abuelos que tienen hoy una importancia enorme en el equilibrio de la sociedad contemporánea. Los niños y jóvenes son el futuro, los abuelos son la memoria del pasado. Todos juntos forman la riqueza de la familia.
Domingo 27 diciembre, en la Misa de 12 de la Catedral, Misa de las familias, donde haremos un homenaje a los que cumplen 25 y 50 años de casados. Venid con todos los hijos, los nietos y los abuelos. Es la fiesta de la Sagrada Familia y queremos darle gracias a Dios por nuestras familias.
Recibid mi afecto y mi bendición:
+ Demetrio Fernández, obispo de Córdoba

jueves, 24 de diciembre de 2015

Una famosa Beata y mística vio el Nacimiento de Cristo. Aquí su relato junto a mis mejores deseos porque todos los lectores de este blog pasen una FELIZ NAVIDAD en unión de todos su seres queridos. Gracias mil por el regalo de acudir a este blog ¡FELIZ NOCHEBUENA 2015!

Una famosa Beata y mística vio el Nacimiento de Cristo. Aquí su relato

REDACCIÓN CENTRAL, 23 Dic. 15 / 01:03 pm (ACI).- A finales del siglo XVIII e inicios del XIX surgió en Alemania la famosa mística Ana Catalina Emmerick (1774-1824), quien llevó consigo los estigmas de la Pasión de Cristo y en los últimos años de vida se sustentó solamente de la Eucaristía.
Dios le concedió detalladas revelaciones místicas de la vida de Jesús, San Juan Pablo II la beatificó en 2004 y el actor Mel Gibson se inspiró en sus visiones para realizar la película de “La Pasión”. A continuación les compartimos el bello y significativo relato que ella contó sobre lo que vio del Nacimiento de nuestro Señor:
"He visto que la luz que envolvía a la Virgen se hacía cada vez más deslumbrante, de modo que la luz de las lámparas encendidas por José no eran ya visibles. María, con su amplio vestido desceñido, estaba arrodillada con la cara vuelta hacia Oriente. Llegada la medianoche la vi arrebatada en éxtasis, suspendida en el pecho. El resplandor en torno a ella crecía por momentos. Toda la naturaleza parecía sentir una emoción de júbilo, hasta los seres inanimados. La roca de que estaban formados el suelo y el atrio parecía palpitar bajo la luz intensa que los envolvía.
Luego ya no vi más la bóveda. Una estela luminosa, que aumentaba sin cesar en claridad, iba desde María hasta lo más alto de los cielos. Allá arriba había un movimiento maravilloso de glorias celestiales, que se acercaban a la Tierra, y aparecieron con claridad seis coros de ángeles celestiales. La Virgen Santísima, levantada de la tierra en medio del éxtasis, oraba y bajaba las miradas sobre su Dios, de quien se había convertido en Madre. El Verbo eterno, débil Niño, estaba acostado en el suelo delante de María.
Vi a Nuestro Señor bajo la forma de un pequeño Niño todo luminoso, cuyo brillo eclipsaba el resplandor circundante, acostado sobre una alfombrita ante las rodillas de María. Me parecía muy pequeñito y que iba creciendo ante mis ojos; pero todo esto era la irradiación de una luz tan potente y deslumbradora que no puedo explicar cómo pude mirarla. La Virgen permaneció algún tiempo en éxtasis; luego cubrió al Niño con un paño, sin tocarlo y sin tomarlo aún en sus brazos. Poco tiempo después vi al Niño que se movía y le oí llorar. En ese momento fue cuando María pareció volver en sí misma y, tomando al Niño, lo envolvió en el paño con que lo había cubierto y lo tuvo en sus brazos, estrechándole contra su pecho. Se sentó, ocultándose toda ella con el Niño bajo su amplio velo, y creo que le dio el pecho. Vi entonces que los ángeles, en forma humana, se hincaban delante del Niño recién nacido para adorarlo.
Cuando había transcurrido una hora desde el nacimiento del Niño Jesús, María llamó a José, que estaba aún orando con el rostro pegado a la tierra. Se acercó, lleno de júbilo, de humildad y de fervor. Sólo cuando María le pidió que apretase contra su corazón el Don Sagrado del Altísimo, se levantó José, recibió al Niño entre sus brazos, y derramando lágrimas de pura alegría, dio gracias a Dios por el Don recibido del Cielo.
María fajó al Niño: tenía sólo cuatro pañales. Más tarde vi a María y a José sentados en el suelo, uno junto al otro: no hablaban, parecían absortos en muda contemplación. Ante María, fajado como un niño común, estaba recostado Jesús recién nacido, bello y brillante como un relámpago. ‘¡Ah, decía yo, este lugar encierra la salvación del mundo entero y nadie lo sospecha!’
He visto en muchos lugares, hasta en los más lejanos, una insólita alegría, un extraordinario movimiento en esta noche. He visto los corazones de muchos hombres de buena voluntad reanimados por un ansia, plena de alegría, y en cambio, los corazones de los perversos llenos de temores. Hasta en los animales he visto manifestarse alegría en sus movimientos y brincos. Las flores levantaban sus corolas, las plantas y los árboles tomaban nuevo vigor y verdor y esparcían sus fragancias y perfumes. He visto brotar fuentes de agua de la tierra. En el momento mismo del nacimiento de Jesús brotó una fuente abundante en la gruta de la colina del Norte.
A legua y media más o menos de la gruta de Belén, en el valle de los pastores, había una colina. En las faldas de la colina estaban las chozas de tres pastores. Al nacimiento de Jesucristo vi a estos tres pastores muy impresionados ante el aspecto de aquella noche tan maravillosa; por eso se quedaron alrededor de sus cabañas mirando a todos lados.
Entonces vieron maravillados la luz extraordinaria sobre la gruta del pesebre. Mientras los tres pastores estaban mirando hacia aquel lado del cielo, he visto descender sobre ellos una nube luminosa, dentro de la cual noté un movimiento a medida que se acercaba. Primero vi que se dibujaban formas vagas, luego rostros, y finalmente oí cantos muy armoniosos, muy alegres, cada vez más claros. Como al principio se asustaron los pastores, apareció un ángel entre ellos, que les dijo: ‘No temáis, pues vengo a anunciaros una gran alegría para todo el pueblo de Israel. Os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo, el Señor. Por señal os doy ésta: encontraréis al Niño envuelto en pañales, echado en un pesebre’. Mientras el ángel decía estas palabras, el resplandor se hacía cada vez más intenso a su alrededor. Vi a cinco o siete grandes figuras de ángeles muy bellos y luminosos. Oí que alababan a Dios cantando: ‘Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad’.
Más tarde tuvieron la misma aparición los pastores que estaban junto a la torre. Unos ángeles también aparecieron a otro grupo de pastores cerca de una fuente, al Este de la torre, a unas tres leguas de Belén. Los he visto consultándose unos a otros acerca de lo que llevarían al recién nacido y preparando los regalos con toda premura. Llegaron a la gruta del pesebre al rayar el alba".
 

sábado, 12 de diciembre de 2015

Francisco: Jesús quiere que formemos una gran familia... En la misa en el Parque del Bicentenario, el Santo Padre recuerda la llamada de los cristianos no al proselitismo sino a la evangelización



El tercer día del Santo Padre en Ecuador comenzó con un encuentro privado con los obispos del país, en El Parque del Bicentenario, poco antes de la misa.
Allí más de un millón de personas coreaban desde primeras horas de la mañana coreaban: ¡Francisco amigo, estoy haciendo lío! ¡Te queremos Francisco, te queremos! ¡Esta es la juventud del Papa! Niños, jóvenes, familias, ancianos, enfermos… todos esperaban con alegría y entusiasmo la llegada del Pontífice para celebrar la eucaristía. 
A las 10 de la mañana, Francisco empezó su recorrido de 4 kilómetros en el papamóvil, desde donde pudo saludar y bendecir a la alegre multitud. Cientos de banderas no solo ecuatorianas, sino también de otros países latinoamericanos, se alzaban ante el paso del Pontífice. Al igual que este lunes en el Palacio Presidencial, unos grandes arreglos florales con 80 mil rosas donadas por los cultivadores, decoraban el altar desde donde el Papa ha celebrado la eucaristía. El Pontífice llevaba una casulla con decoraciones típicas indígenas y la segunda lectura fue leída en Kichwa.
Durante la homilía de la misa dedicada a la evangelización de los pueblos, y en la que han concelebrado 2 mil sacerdotes, el Papa ha indicado que evangelización no consiste en hacer proselitismo, sino en atraer con nuestro testimonio a los alejados, en acercarse humildemente a aquellos que se sienten lejos de Dios y de la Iglesia, a los que son temerosos o a los indiferentes para decirles: “El Señor también te llama a ser parte de su pueblo y lo hace con gran respeto y amor”. Además, ha asegurado que la propuesta de Jesús es concreta no es solo una idea. Asimismo, ha recordado que nuestro Dios nos respeta hasta en nuestras bajezas y en nuestro pecado.
El Papa ha indicado que nuestra respuesta “no es hacernos los distraídos, argüir que no tenemos medios o que la realidad nos sobrepasa”. Nuestra respuesta --ha afirmado-- repite el clamor de Jesús y acepta la gracia y la tarea de la unidad. A propósito de la evangelización, el Pontífice ha precisado que “puede ser vehículo de unidad de aspiraciones, sensibilidades, ilusiones y hasta de ciertas utopías”. Y ha añadido que “el anhelo de unidad supone la dulce y confortadora alegría de evangelizar, la convicción de tener un inmenso bien que comunicar, y que comunicándolo, se arraiga”. Del mismo modo, ha subrayado “la necesidad de luchar por la inclusión a todos los niveles, evitando egoísmos, promoviendo la comunicación y el diálogo, incentivando la colaboración”. Asimismo ha advertido que es impensable “que brille la unidad si la mundanidad espiritual nos hace estar en guerra entre nosotros, en una búsqueda estéril de poder, prestigio, placer o seguridad económica”.
Por otro lado ha observado que la inmensa riqueza de lo variado “nos aleja de la tentación de propuestas más cercanas a dictaduras, ideologías o sectarismos”. Tampoco es --ha añadido-- un arreglo hecho a nuestra medida, en el que nosotros ponemos las condiciones, elegimos los integrantes y excluimos a los demás. Y a propósito ha recordado que “Jesús reza para que formemos parte de una gran familia, en la que Dios es nuestro Padre y todos nosotros somos hermanos”.  
El Papa ha exhortado a los presentes a ser un testimonio de comunión fraterna que se vuelva resplandeciente. “Qué lindo sería que todos puedan admirar cómo nos cuidamos unos a otros”, ha observado Francisco. Y es que “darse” significa “dejar actuar en sí mismo toda la potencia del amor que es el Espíritu de Dios y así dar paso a su fuerza creadora”. Para concluir, ha asegurado que “ésto es evangelizar", “ésa es nuestra revolución, porque nuestra fe siempre es revolucionaria”, “ése es nuestro más profundo y constante grito”.
Al finalizar la misa, monseñor Fausto Gabriel Trávez Trávez, ofm, arzobispo de Quito, y Presidente de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, ha dirigidounas palabras de agradecimiento. Así, ha asegurado que “nuestro pueblo tiene hambre de Dios” y que “ necesitamos una palabra de esperanza que nos ayude a renovar la fe”. De este modo ha indicado que “sabemos que sus palabras están llenas de la acción del Espíritu Santo. Cuando Su Santidad nos habla --ha añadido-- de misericordia, de amor, de ternura, de fraternidad nos muestra el mensaje claro del Evangelio que se actualiza, por acción del Espíritu Santo, en cada persona frente a las necesidades del mundo de hoy.
Leer el texto completo de la homilía aquí 

Francisco explica los dos 'motu proprio' sobre nulidad matrimonial...“Favorecer, no la nulidad de los matrimonios, sino la celeridad de los procesos”, indicá Francisco, “siempre coherente con al verdad de fe profesada




El santo padre Francisco ha promulgado dos 'motu proprio' que han sido presentados hoy en el Vaticano, referido a la reforma del proceso canónico sobre las causas de declaración de nulidad matrimonial. Los dos Motu proprio del Papa llevan el nombre de Mitis Iudex Dominus Iesus Mitis et misericors Iesus, uno dedicado a la Iglesia de Oriente y el otro a la de Occidente, respetando las características de los 'dos los pulmones' del catolicismo.
En la introducción de los documentos el Pontífice explica: "He decidido dar con este 'motu proprio' disposiciones con las cuales se favorezca, no la nulidad de los matrimonios, sino la celeridad de los procesos". 
Ambos documentos comienzan recordando casi con las mismas palabras que “el Señor Jesús, juez clemente, pastor de nuestras almas, ha confiado al apóstol Pedro y a sus sucesores el poder de las Llaves para cumplir en la Iglesia la obra de justicia y verdad; esta suprema y universal potestad de atar y desatar aquí en la tierra, afirma, corrobora y reivindica la de los pastores de las Iglesias particulares, en virtud de la cual ellos tienen el sacro derecho y delante del Señor de juzgar a sus propios súbditos”.
Así el Santo Padre recuerda que durante los siglos, la Iglesia en materia matrimonial ha elaborado un sistema de nulidad del consenso matrimonial, para que “sea siempre coherente con la verdad de fe profesada”.
Teniendo conciencia de esto, indica el Papa, “he establecido que se ponga mano a los procesos de nulidad del matrimonio, y para ello he constituido un grupo de personas eminentes”. O sea que “la preocupación por la salvación de las almas” ha llevado a “empujar al obispo de Roma a ofrecer a los fieles este documento de reforma”.
Y añade en su escrito que “alimenta este empuje reformador, el enorme número de fieles que si bien desean proveer a la propia conciencia, muchas veces se desaniman debido a las dificultades jurídicas de la Iglesia, a causa de la distancia física o moral; la caridad por lo tanto y la misericordia exigen que la misma Iglesia como madre se vuelva cercana a los hijos que se consideran separados”.
El Pontífice añade que ha seguido las huellas de sus predecesores, quienes quisieron que las causas de nulidad “sean tratadas por vía judicial y no administrativa, no porque lo imponga la naturaleza de las cosas, sino porque lo exige la necesidad de tutelar en el grado máximo la verdad del sagrado vínculo”.
En el motu proprio para la Iglesia de oriente, el Papa añade entre otros particulares que “es importantísimo el ministerio del obispo, el cual según enseñan los padres orientales, es juez y médico, porque el hombre herido y caído (peptókos) a causa del pecado original y de los propios pecados personales, se ha enfermado y con la medicina de la penitencia obtiene de Dios el perdón y se reconcilia con la Iglesia”.
Los puntos fundamentales de la reforma son: 
- una sola sentencia en favor de la nulidad ejecutiva;
- el juez único bajo responsabilidad del obispo;
- el mismo obispo es juez;
- el proceso es más breve;
- el apelo a la sede metropolitana;
- la tarea propias de las Conferencias episcopales;
- el apelo a la Sede Apostólica;
- previsiones para las Iglesias Orientales.

Francisco desea manifestar la proximidad de la Iglesia a las familias heridas

A scene of the video One Human Family, Caring for Creation

Rescripto del Papa sobre el cumplimiento y la observancia de la nueva ley del proceso matrimonial

El papa Francisco firmó el pasado 7 de diciembre un Rescritto ex audientia  sobre el cumplimiento de la nueva ley del proceso matrimonial.
La entrada en vigor de las cartas apostólicas en forma de Motu proprio «Mitis Iudex Dominus Iesus» y «Mitis et Misericors Iesus» del 15 de agosto 2015, realizadas para “aplicar la justicia y la misericordia sobre la verdad del vínculo de cuántos han experimentado el fracaso matrimonial, supone, entre otras cosas, la exigencia de armonizar el renovado procedimiento en los procesos matrimoniales con las normas propias de la Rota Romana, a la espera de la reforma”.
El Sínodo de los Obispos concluido recientemente “ha expresado una fuerte exhortación a la Iglesia para que se arrodille hacia ‘sus hijos más frágiles, marcados por el amor herido o perdido’, a los cuales es necesario dar de nuevo confianza y esperanza”.
Las leyes que ahora entran en vigor --explica Francisco-- quieren precisamente manifestar la proximidad de la Iglesia a las familias heridas, deseando que la multitud de aquellos que viven el drama del fracaso conyugal sea alcanzada por la obra sanadora de Cristo, a través de las estructuras eclesiásticas, en el deseo de que descubran nuevos misioneros de la misericordia de Dios hacia otros hermanos, en beneficio del instituto familiar.                     
Reconociendo a la Rota Romana, además del ''munus'' que le es propio de Apelación ordinaria normal de la Sede Apostólica, también el de defensa de la unidad de la jurisprudencia (Art. 126 § 1 Pastor Bonus) y el de ayuda a la formación permanente de los agentes pastorales en los tribunales de las Iglesias locales, el Santo Padre ha establecido que las nuevas leyes de reforma del proceso matrimonial derogan cualquier ley o normativa contraria hasta ahora vigente, general, particular o especial, eventualmente también de forma específica.
Asimismo, precisa que "en las causas de nulidad de matrimonio frente a la Rota Romana la duda se fija según la antigua fórmula:  An constet de matrimonii nullitate, in casu". En segundo lugar indica que "no se da apelación contra las decisiones rotales en materia de nulidad de sentencias o de decretos". 
Frente a la Rota Romana --prosigue-- no se admite el recurso para la nova causae propositio, después de que una de las partes ha contraído un nuevo matrimonio canónico, a menos que conste manifiestamente la injusticia de la decisión. Otro aspecto es que "el Decano de la Rota Romana tiene la potestad de dispensar por causas graves de las Normas Rotales en material procesual". 
A continuación se señala que tal y como "instaron los patriarcas de las Iglesias Orientales, se deja a los tribunales la competencia territorial sobre las causas iurium conectadas con las causas matrimoniales presentadas a la sentencia de la Rota Romana en apelación". Y finalmente se solicita que "la Rota Romana juzgue las causas según la gratuidad evangélica, es decir con patrocinio ex officio, salvo la obligación moral para los fieles con recursos de entregar una oferta de justicia en favor de las causas de los pobres".
Al terminar el texto del Rescripto, el Papa desea que los fieles, sobre todo los heridos e infelices, miren a la nueva Jerusalén que es la Iglesia como “paz de la justicia y gloria de la piedad” y se les conceda, encontrando los brazos abiertos del Cuerpo de Cristo, “cantar el salmo de los exiliados”: "Cuando el Señor hizo volver a los cautivos de Sión, como soñando nos quedamos. Entonces se llenó de risa nuestra boca, y nuestros labios de gritos de alegría''.

Ciertas feministas han reivindicado un “genio” femenino que es “antifemenino”...Entrevista a la directora general del Instituto Secular Cruzadas de Santa María y consultora del Pontificio Consejo para la Familia, Lydia Jiménez González, sobre las claves del próximo Sínodo de los Obispos y el rol de la mujer en la Iglesia




Lydia Jiménez González conoció al siervo de Dios Tomás Morales en 1965, pocos meses después de su llegada a Madrid. Desde 1971 colaboró estrechamente con el sacerdote jesuita en el inicio y gestación del Instituto Secular Cruzadas de Santa María por lo que es considerada cofundadora del mismo.
Promovió la creación del Instituto BERIT de la Familia en España y América Latina, del que es directora desde 1998.
En octubre de 2012 participó como auditora en el Sínodo de los Obispos sobre “La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana”.
En la actualidad es directora general del Instituto Secular Cruzadas de Santa María yconsultora del Pontificio Consejo para la Familia.
También es miembro del Consejo Directivo de la Sociedad Internacional Tomista y presidenta del Consejo Directivo de la Universidad Católica Santa Teresa de Jesús de Ávila, entre otras responsabilidades.
En esta entrevista con ZENIT, Lydia Jiménez reflexiona sobre el papel de la mujer en la Iglesia y la sociedad. Asimismo, explica el significado del llamado “genio femenino” y su importancia en la actualidad. Por último, aporta algunas claves de lectura sobre el próximo Sínodo de los Obispos dedicado a la familia.
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El papa Francisco ha afirmado que hay que pensar en una “teología de la mujer”. ¿Por dónde se puede comenzar?
-- Lydia Jiménez: Por una antropología que fundamentalmente el ser femenino en su identidad biológica, psíquica, humana y espiritual. Un segundo paso sería fundamentar una antropología teológica, como secuencia para una “teología de la mujer”. Hay muchas mujeres que pueden hacerlo muy bien y de hecho ya se está haciendo.
¿Cuál debe ser la misión de la mujer en la Iglesia y en el mundo?
-- Lydia Jiménez: Desde su propia identidad, desde su maternidad biológica y espiritual, cuidar la vida humana, cuidar de la humanidad.
¿En qué consiste el llamado genio femenino?
-- Lydia Jiménez: Con palabras de Edith Stein podemos afirmar que Dios ha hecho dos genialidades al crear: la masculina y la femenina. Hombre y mujer son los dos modos de ser humanos, ambos de origen divino, imágenes suyas, iguales en dignidad.
El término “genio femenino” fue acuñado por primera vez en la carta apostólica Mulieris dignitatem, si bien el contenido ya había sido intuido de alguna manera por san Juan XXIII y el beato Pablo VI. San Juan XXIII habló del papel de la mujer en el crecimiento de la sociedad y de la Iglesia y éste fue también un tema conciliar. Pablo VI habló de la especificidad femenina y su ubicación en la Iglesia. Sin embargo lo femenino como “genio” es una expresión típica de san Juan Pablo II.
Pero ¿qué es el “genio femenino”? No es una serie de dones extraordinarios encarnados en mujeres extraordinarias. La mayoría de las mujeres han vivido casi siempre en lo ordinario. Su “genio” consiste precisamente en vivir lo ordinario extraordinariamente. El “genio femenino” es el conjunto de dones que se manifiestan a lo largo de la historia y en todas las culturas. Dones que se sintetizan en uno: la maternidad. La maternidad física, psicológica, espiritual de la mujer es la clave de su genio y sus dones.
Los expertos consideran que ciertas corrientes feministas han distorsionado la condición natural de la mujer. ¿Por qué?
-- Lydia Jiménez: Efectivamente, ciertas corrientes feministas han reivindicado un “genio” femenino que es “antifemenino”. Ni siquiera muchas quieren oír hablar de la “dignidad” de la mujer y de su “vocación”, considerando este lenguaje ideología engañadora. Pero también es verdad que algunas corrientes feministas han abierto una reflexión antropológica, que nos está enriqueciendo mucho. Tienen razón en muchas de sus críticas acerca de los “roles” y “etiquetas” tradicionales de la mujer.
¿Qué iniciativas están impulsando desde las Cruzadas de Santa María en el ámbito de la mujer?
-- Lydia Jiménez: Se ha constituido una Cátedra de estudios sobre la mujer en la Universidad Católica Santa Teresa de Jesús de Avila, que fue inaugurada por el cardenal Müller, prefecto de la Doctrina de la Fe, con una conferencia que tituló “La mujer en la Iglesia”, el pasado 9 de diciembre. Desde ahí queremos impulsar estudios sobre el tema.
¿Cuál sería su contribución de cara al próximo Sínodo sobre la familia?
-- Lydia Jiménez: Desde el Instituto BERIT de la Familia, hemos profundizado en el rico y abundante magisterio de Juan Pablo II sobre el tema de la familia y en los estudios y publicaciones promovidos por el Pontificio Consejo para la Familia. Estoy segura que serán una base muy a tener en cuenta en el próximo Sínodo sobre la familia.
¿Qué podemos esperar de esta reunión de los obispos y demás padres sinodales en otoño?
-- Lydia Jiménez: Un enriquecimiento pastoral y misionero, que nos impulse a una mayor atención sobre un tema de tanta trascendencia.

Familias heterosexuales...Reflexiones de Mons. Felipe Arizmendi Esquivel, obispo de San Cristóbal de Las Casas




VER
Nuestra Suprema Corte de Justicia sigue demostrando que emite sus juicios sólo en base a si una ley o una norma son conformes a la Constitución que nos rige, o si la contradice. Su antropología es legalista, no humanista. Debería llamarse Corte de Constitucionalidad, o de Legalidad…
Dicen que, para defender la familia, es legítimo contraer “matrimonio” entre personas del mismo sexo. ¿Cuál familia? ¿Acaso un hombre genera familia con otro hombre; una mujer engendra familia con otra mujer? Esto es imposible biológica y psicológicamente. Un hombre no fecunda a otro hombre, ni una mujer a otra mujer. Esto no es cuestión de fe o de religión, sino de experiencia elemental. No es homofobia, intolerancia, o discriminación, sino simple biología. Que puedan convivir sexualmente personas del mismo sexo, nadie se lo impide, aunque no es conforme con los mandatos divinos. Que puedan tener algunos derechos, heredar, apoyarse económica y moralmente, es justo, humano y, por tanto, legal. Pero ese no es el camino para hacer familia; es todo lo contrario.
Hay que agregar que a la llamada hasta ahora Suprema Corte de Justicia le parece discriminatorio que una pareja del mismo sexo (que no es matrimonio, según nuestro concepto) pueda adoptar menores, dizque para proteger el bien del menor, su bien supremo… Sólo se fijan en algunos aspectos, como el económico, la seguridad de tener alimento, ropa, escuela, salud y bienestar material, pero no toman en cuenta factores morales, espirituales, psicológicos y sociales. Su visión es meramente legalista y economicista. No toman en cuenta que, para un desarrollo normal de la persona, necesitamos una adecuada relación con las figuras materna, paterna, fraterna y comunitaria. Sin ellas, puede uno crecer quizá con todo lo material asegurado, pero con rasgos no definidos de una personalidad masculina o femenina, pues no hay de otra; sólo hay en este mundo hombres o mujeres.

PENSAR
El Papa Francisco dijo en una audiencia general de los miércoles: “Dios, después de haber creado el universo y a todos los seres vivientes, creó su obra maestra, o sea el ser humano, que hizo a su propia imagen: ‘A imagen de Dios los creó: varón y mujer los creó’ (Gen 1,27).
Como todos sabemos, la diferencia sexual está presente en tantas formas de vida, en la amplia escala de los vivientes. El hombre y la mujer son creados a imagen y semejanza de Dios. Esto nos dice que no solamente el hombre en sí es imagen de Dios, no solamente la mujer tomada en sí es imagen de Dios, sino que también como pareja son imagen y semejanza de Dios. La diferencia entre hombre y mujer no es para la contraposición o la subordinación, sino para la comunión y la generación, siempre a imagen y semejanza de Dios.
La experiencia nos enseña: para conocerse bien y crecer armónicamente, el ser humano tiene necesidad de la reciprocidad entre hombre y mujer. Cuando esto no sucede, se ven las consecuencias. Sin el enriquecimiento recíproco en esta relación, los dos no pueden ni siquiera entender hasta el fondo qué significa ser hombre y mujer. Dios ha confiado a la tierra la alianza del hombre y de la mujer: su fracaso vuelve árido el mundo de los afectos y oscurece el cielo de la esperanza. Las señales son ya preocupantes y las vemos.
De aquí se ve la gran responsabilidad de la Iglesia y de todos los creyentes, y sobre todo de las familias creyentes, para descubrir la belleza del plan creador, que pone la imagen de Dios también en la alianza entre el hombre y la mujer. La tierra se llena de armonía y de confianza cuando la alianza ente el hombre y la mujer se vive en el bien. Y si el hombre y la mujer la buscan juntos entre ellos y con Dios, sin dudas la encuentran” (14-IV-2015).

ACTUAR
Respetemos a quienes tengan otras tendencias sexuales, no bien definidas como masculinas o femeninas. No los debemos insultar o marginar, pues no sabemos la raíz de lo que son o aparecen; desconocemos su historia familiar y qué puede explicar lo que viven, porque no es algo connatural al ser humano, sino fruto de experiencias vividas en la niñez y la adolescencia. Son seres humanos, dignos de todo respeto. 

miércoles, 9 de diciembre de 2015

El Dios de la Intemperie es, por diversos motivos, un libro fundamental y único en nuestra literatura; siendo el primer libro de Armando Rojas Guardia (ARG) que llegó a mis manos hace muchos años, me dejó una huella profunda que siempre se renueva, de tal forma que se ha convertido para mí en una especie de libro de cabecera, de esos libros inagotables que parecen nacer cada vez que uno los abre. Todo mi trabajo con la palabra, con el sufrimiento, con el cuerpo, con lo divino y lo poético –en suma, con lo humano– ha tenido que ver de algún modo con el discurso que articula Rojas Guardia en este ensayo pleno de notas confesionales, disquisiciones filosóficas y religiosas, intuiciones místicas, epifanías poéticas y musicales. Un libro que habla, canta, y danza dentro de mí cada vez que lo leo.

El dios que espera (A propósito de los treinta años del Dios de la Intemperie); por Anamaría Hurtado

Por Prodavinci | 29 de mayo, 2015

lo único que en definitiva nos cobija es la intemperie
Rainer Maria Rilke

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El Dios de la Intemperie es, por diversos motivos, un libro fundamental y único en nuestra literatura; siendo el primer libro de Armando Rojas Guardia (ARG) que llegó a mis manos hace muchos años, me dejó una huella profunda que siempre se renueva, de tal forma que se ha convertido para mí en una especie de libro de cabecera, de esos libros inagotables que parecen nacer cada vez que uno los abre. Todo mi trabajo con la palabra, con el sufrimiento, con el cuerpo, con lo divino y lo poético –en suma, con lo humano– ha tenido que ver de algún modo con el discurso que articula Rojas Guardia en este ensayo pleno de notas confesionales, disquisiciones filosóficas y religiosas, intuiciones místicas, epifanías poéticas y musicales. Un libro que habla, canta, y danza dentro de mí cada vez que lo leo.
Me acerco a este dios y me pregunto en principio por la palabra “intemperie”, porque la labor minuciosa del lector sabe que cada palabra abre puertas a múltiples significaciones. Intemperie viene del latín intemperies, prefijo in, en cuanto privativo y temperie, de temperancia, es decir, templanza; entonces la palabra nos remite de inmediato a aquello que carece de moderación, sobriedad, y que ha sido asociado a la intemperancia del tiempo, en su popular acepción de clima. Aquello que está expuesto al tiempo nos conecta con el estar sin cobijo, abandonado o dejado al tiempo y sus inclemencias, en tanto fenómeno natural; sin embargo, hay que exprimir la palabra y llevarla más allá –o mas acá– al tiempo propiamente dicho, a ese ser-ahí del que hablaba Heidegger cuando se aproximaba al tiempo del hombre.
Un dios que es lanzado a la intemperie es un dios que arriba al tiempo del hombre desde la eternidad, a la destemplanza del clima del deseo, a esa solicitud de la carencia, al desnudo humano, y ¿qué más desnudez que la temporalidad que nos arrasa y nos abre el sendero de la lucidez dolorosa de nuestra finitud, de nuestra precariedad? Ese abajarse del dios que camina entre nosotros y nos interpela con su presencia y con su palabra se constituye en el núcleo vibrante del libro de ARG. El autor nos invita a una danza dialéctica acercándonos con paso firme y, a la vez, sinuoso, trémulo o perdido a la experiencia del des-centro, a la experiencia íntima y, tal vez, fundante de lo humano: la Intemperie… Lo único que nos cobija, como vislumbró Rilke. Y desde allí se arriesga a hablar de Dios en medio de nuestra postmodernidad, en esta también zona de intemperie sin asidero espiritual ni metafísico. El que ARG se dedique a otorgar vivo significado y profundidad a palabras que se han convertido en clisés o en hueras sonoridades, es uno de los mayores logros de este libro.
Y ese dios que adviene a través de la palabra en el propio camino del místico que se atreve a escuchar a ese Otro que habla, (“Háblame, Señor, que tu siervo escucha”, diría el profeta Samuel), es el que ARG nos muestra. Presencia abismal y dialogante. Letanía de opuestos. Hecho fundamental que nos hace ser-con otros en diálogo íntimo con el abismo que nos habita o que habitamos, y al que sólo accedemos desde el despojo. (“Orar a Dios, no sólo en secreto con respecto a los hombres, sino pensando que Dios no existe”. Como exclamaba Simone Weil desde los pliegues dolientes de su misticismo). Para Armando Rojas el Dios único es el de los místicos que no temen a la nada, “espacio quemante en quien nadie entra impunemente”.
Opto entonces por tomar una punta de ese extenso tejido caleidoscópico que nos ofrece Rojas Guardia y propongo dialogar con uno de esos puntos brillantes de su disertación confesional constituida por su acercamiento a la enfermedad, particularmente a la enfermedad mental, y que, no obstante su particularidad, tan bien articulada está con todos los otros aspectos del libro.
Más allá del hecho conmovedor de su experiencia como persona que sufre, Rojas Guardia nos interpela con la palabra locura, que no es cualquier palabra: es una de las palabras más plenas de significaciones y, por ello, tan confusa, en extremo manoseada y, a veces, incluso, vacía,. ARG nos acerca a la Locura en tanto herida. Pathos necesario para alcanzar una lucidez extrema nacida del despojo de todo asidero racional; lucidez que conduce a hallarse ante si, solo, como ser gimiente, ser herido en el costado como Jesús, en el muslo como el rey Anfortas del Parsifal y como el Ulises homérico, o como el propio Adán herido en su costado para extraer de si la feminidad que necesita ver y amar.
Este postulado de la locura, que puede hallarse en muchos autores y particularmente en los artistas y poetas, es profundizado por Rojas Guardia y llevado al ámbito místico de encuentro con el Otro, no sólo en el sentido freudiano del Otro del deseo, o de esa Sombra de la cual habla Jung, sino primeramente y ante todo en el sentido del encuentro en esa noche oscura donde una feminidad dialogante, un dios feminizado por la sobreabundancia de vida y amor nos aguarda y sale en nuestra búsqueda, tal como la sublime amada del Cantar de los Cantares. Ya no es el postulado de un encuentro metafísico intelectivo, espiritual, se trata de un encuentro místico a través de la vía del pathos del cuerpo-mente indisolublemente fundidos, tal como lo planteara tan lucidamente el poeta William Blake. (“no tenemos un cuerpo distinto del alma, el cuerpo es el alma percibida por los cinco sentidos”).
Rojas Guardia interpela a la psiquiatría tradicional que no dialoga, que evita la locura y a la persona que la sufre, que la aísla, la etiqueta y la coloca en un manual y que termina haciéndose sorda a esa singularidad del sufrimiento humano. Decía San Agustín: es mudo quien no habla de Dios, y en ese sentido podríamos pensar que es sorda y muda toda psiquiatría que no dialoga con la locura, al tiempo que intenta compulsivamente abortarla- como en stultífera navis– hacia la “normalidad” de la Ley, representada en lo fármacos y en las internaciones. Sin embargo, Rojas Guardia sabe muy bien que no puede negar la existencia de la locura, como no se puede negar la existencia de la enfermedad, las ubica, no obstante, en el lugar de la necesidad ontológica, ellas constituyen el camino del despojo, tal como en el relato babilónico de Inana, a quien en su descenso al inframundo le van siendo arrebatados todos sus atavíos, joyas y aderezos hasta quedar despojada incluso de la propia piel; entonces, la enfermedad es la vía regia en el encuentro con el tú magnifico —parafraseando a Rafael Cadenas— ese Tú de los abismos que espera nuestra llegada: y es en este punto donde el planteamiento rebasa el de un enfermo psiquiátrico o de cualquier otra índole. El sentido último de la enfermedad es, para Rojas Guardia, mostrar la luz, la expansión de la consciencia en tanto advenir a nuestra humanidad en su más alto estado, nacido de la suma precariedad e indefensión en el que nos movemos y tenemos nuestro ser… El psicólogo William James es el primer autor que asocia claramente la enfermedad depresiva y la experiencia mística y señala que el sufrimiento psíquico puede llegar a convertirse en una opción para alcanzar un sentido profundo de la vida y abrir nuestros ojos a estratos más recónditos de la realidad. Mas sin embargo, hay que buscar ese sentido, saber leer o intentar leerlo entre las criptografías del sufrimiento mismo, penetrar su misterio y lograr simbolizarlo, de lo contrario la enfermedad es refugio.
Dice Rojas Guardia:
“La locura es todo lo contrario a un refugio.
Si la experiencia interior la convierte en casa cómoda, deja de ser lo que es: se convierte en seguridad, es decir en pose… es decir en coartada.
La locura sólo es creadora cuando deviene intemperie
Borges afirmaba: “Un escritor, o todo hombre, debe pensar que todo cuanto le ocurre es un instrumento (…) Todo lo que le pasa, incluso las humillaciones, los bochornos, las desventuras, todo le ha sido dado como arcilla, como material para su arte” y así terminaba concluyendo que su ceguera era un don. Así pienso que ARG nos lleva a concluir que la enfermedad es un don en el camino del encuentro consigo mismo y con aquello que nos trasciende en ambas direcciones: hacia el Otro del abismo y hacia el Otro totalmente externalizado que se descubre en el prójimo. La búsqueda infatigable de esta consciencia expandida comienza siempre por ese abismo que interpela y nos acoge, salvándonos de la “pesadez del espíritu”, que se cree centro ilimitado.
Ese oscilar entre luz y oscuridad, día y noche, representa muy bien los vaivenes del tiempo cósmico, de la intemperie, del ser náufrago que se despliega entre ocasos y auroras. Su confesión sin artificios nos conmueve, pero sabemos que no está dada como ejemplo a seguir, es confesión dentro de su propia e íntima búsqueda de significado. Para ARG la enfermedad es palabra que dialoga, que también interpela, la enfermedad es ante todo sufrimiento que espera ser escuchado, descifrado y cantado:
“¿habrá alguna vez un poeta que cante estos diálogos, susurrados en uno de los círculos del infierno, mientras Caracas arde de luces allá afuera, indiferente?”
Nótese el topos Caracas, de ser centro en tanto ciudad, ahora, desde la perspectiva del hospital, ella es la marginal, y de esa manera, tal vez, ella asume a ese dios des-centrado que parece indiferente ante el clamor último: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (Mc. 15: 33-34). Dios y la ciudad enmudecen, y el humano que sufre se halla solo ante si, dialogando con el Otro -el mismo- que duerme en la cama de al lado…
El encuentro demoledor de un intelecto hipertrofiado por las ideologías, los racionalismos, las convenciones y demás artilugios de la cultura, con la realidad abarcante del cuerpo, con las paradojas de la materia, es para ARG un camino de redención, pero redención escatológica que no está por ocurrir en un tiempo mesiánico, sino que discurre en nuestro tiempo de intemperie, allí donde se instala el dios del desierto, del Gólgota, de los suburbios. Dios extraño, exuberante y subversivo que conecta de manera admirable con Dionisos, quien también es una inusitada advocación del dolor, de lo terreno, de lo humano en extremo, así como también de la vida perenne, aquella Zoé inagotable de los antiguos griegos: Dionisos el despedazado, dios de la danza y la tragedia, del vino y la locura. Dice Armando Rojas Guardia: “el fracaso puede ser Dionisos engendrado en el muslo de Zeus”; esta frase me tomó, es una frase-rapto donde el autor nos convoca a aceptar que la herida está presente y no en tanto masoquismo sino como expansión de una vida completa y abundante, que es una herida cóncava con la oquedad de un útero, cualidad de lo femenino que le permite alojar al Otro del abismo. La herida nos precede, como nos dice Chantal Maillard.
Porque del fracaso estamos hechos todos, somos heridas abiertas donde un dios se engendra y espera que le demos a luz.